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Ucrania y el gran salto adelante de la industria aeroespacial china

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La semana pasada leíamos en Detroit News un artículo que sintetizaba los miedos que los fabricantes del sector de la automoción habían expresado durante el Salón de Ginebra. Más allá de posibles intereses políticos en estas declaraciones, lo cierto es que el mercado ruso es uno de los más prometedores , pero conlleva una gran inestabilidad. Con lo sucedido en los días pasados, Ford ya ha levantado sospechas sobre la posibilidad de parar la producción en su planta de San Petesburgo. Las posibles reticencias podrían ser de gran calado entre países de la periferia productiva de Rusia con un alto potencial, como pueden ser Kazajistán o Uzbekistán.

Pero más allá de los conflictos energéticos, al centrarse en la industria ucraniana, las miradas occidentales caen principalmente en la aeroespacial. Una primera aproximación sitúa la zona más industrializada en territorio rusófono, como bien explica el primero de los artículos de contexto sobre el conflicto que incluía Jesús M. Pérez en su blog (+2ª parte). En él se mostraba como los encargados del diseño y fabricación de lanzadores espaciales, KB Yuzhnoe y PA Yuzhmash respectivamente, se encuentran en Dnipropetrovsk y KSAMC en Jarkov. Sin embargo, pese a lo acontecido en Crimea, todavía hay dudas con respecto a qué posición adoptará Rusia de cara a la Ucrania rusófona.

Esta cuestión podría no parecer de importancia si no se tiene en cuenta la alta dependencia en el momento actual por parte de las agencias espaciales europea y estadounidense de los sistemas de lanzamiento del área de influencia rusa. Principalmente cuando hablamos de vuelos tripulados. Un imprescindible repaso por los sistemas de lanzamiento ucranianos nos lo dejaba Daniel Marín y en él observamos como desde los años 90, diversos actores entre los que se encuentran EE.UU. y países europeos se han interesado en asegurarse la cooperación con su contraparte ucraniana y en que estos diseños no estén sujetos solamente al espaciopuerto de Baikonur. Incluso la propia Agencia Espacial Ucraniana comenzó un proyecto conjunto con otro prometedor gigante aeronáutico: Brasil, en lo que desde 2006 es el proyecto Alcântara Cyclone Space.

Las previsiones más derrotistas que podrían prever un cierre de los vuelos tripulados para ESA y NASA han sido totalmente descartadas por el mismo Putin. Sin embargo, aunque la situación ha cambiado desde que Remi Piet titulase una columna en Al Jazeera como “Adiós Guerra Fría, hola economía global”, parece evidente que el empresariado industrial ucraniano no se basta con los negocios que puedan realizar gracias a las facilidades que implican compartir base cultural y lengua. Y la influencia de la economía global no tiene repercusión solo en Ucrania, los propios EE.UU. adjudicaron hace menos de un año a Roscosmos (la agencia espacial rusa) el contrato para llevar a sus hombres a la Estación Espacial Internacional, y eso que a la licitación se presentaba SpaceX.

En un futuro cercano para el que empresas privadas como SpaceX ya se están preparando para ganar hipotéticas licitaciones tan pintorescas como llevar carga a Marte, es muy probable que esta inestabilidad y cooperación público-privada impulse a la principal potencia espacial emergente, y a sus empresas. Como ya apuntábamos, el Larga Marcha chino es el lanzador comercial más empleado. Y además China, ha sentado precedentes este año nunca vistos, al cooperar en materia espacial con la Agencia Espacial Europea en una maniobra que ya algunos anticipaban como una “reserva de billetes” para astronautas en la cápsula Shenzou. No en vano, solo tres potencias son capaces de poner hombres en el espacio por sus propios medios: China, Rusia y EE.UU.. Por eso, a ello le siguieron declaraciones para una cooperación espacial con EE.UU. y una pregunta al aire sobre la posible entrada en la Estación Espacial Internacional, que tiene una vida estimada hasta 2020. A ella le seguirá otra estación espacial, la China, pero para entonces las cosas pueden haber cambiado bastante, y puede que en parte sea impulsado por una fuerte cooperación comercial en la industria del gigante asiático.

Y esta es solo una trama de las muchas que se entrelazan en un conflicto y una sola de las muchas industrias, con intereses y argumentos complejos, con una China en una situación diplomática difícil, y profundamente interesada en las tierras de Crimea. Es complicado aventurar nada mientras se sigue un conflicto en directo.


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